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"De occultis” de Guadalupe Ruiz Camacho

El cuerpo y el lenguaje

Muchos cuadros permanecen misteriosos, varios elementos de ellos nos escapan. Por ejemplo, en La última cena (fig. 19), ¿qué es el objeto que lleva en la mano la primera mujer? ¿Cómo interpretar esa “última cena” que no muestra sino mujeres, y tan sólo cuatro? El cuerpo de la primera es “completamente” representado y está de frente; las siguientes dos se vuelven una hacia la otra como para hablarse y la representación de sus cuerpos es cada vez menos completa; en fin, el cuerpo de la última es apenas esbozado, pero en su rostro de perfil se distingue con nitidez su boca abierta: ¡ella habla! Ese cuadro nos muestra pues la relación entre el cuerpo y el lenguaje. Volvemos a encontrar esa misma relación en Mis venas cantan en rojo (fig. 20).

Hemos emprendido poner palabras sobre las pinturas de Guadalupe a partir de las 22 reproducciones que teníamos. Hasta aquí, hemos guardado en reserva dos cuadros aún no citados, con los títulos Sin prejuicios y En casa del artista postres en la pared. Nos interesan especialmente, el primero como ejemplo de la cualidad plástica de la pintura de Guadalupe, y el segundo como resumen del tema de la búsqueda de identidad femenina.

Sin prejuicios

Sin prejuicios (fig. 21) es un mero placer visual: las formas correspondientes a las rodillas, los muslos, las nalgadas, el vientre, los pechos, el mentón, el hombro y el antebrazo se contestan en una perfecta armonía; los dedos del pié van con los de la mano; y el pubis hace una transición entre el adorno de perlas y el elemento sólido, que parece de madera, llevando la firma de la artista (nota). Un cuerpo de mujer tal como nunca antes lo habíamos visto. ¡Una maravilla! De mirar "sin prejuicios”.

fig 19
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fig 20
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fig 21
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