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"De occultis” de Guadalupe Ruiz Camacho

Rechazar lo no descado

De verdad, la mujer de los cuadros de Guadalupe no está por aceptar cualquier cosa. No aguanta lo que no desea. En Embarazo no deseado (fig. 5), la mujer embarazada nos aparece sentada en un sillón, el cual se prolonga hacia arriba en una especie de columna, provocando una sensación de peso y encierro. Se percibe en esa columna una forma de cabeza vendada. Eso es el primer vistazo. Pero luego la imagen se mueve, vacila, y de repente aparece la visión de una mujer delgada, de pié detrás del sillón: las patas del sillón son sus piernas, el respaldo del sillón es su vestido, el pecho en blanco de la mujer embarazada es su brazo derecho. En el asiento queda un cuerpo grotesco hecho de las piernas blancas de la mujer embarazada, su vientre y la cabeza vendada. Entre el primer vistazo y la segunda visión se constituye un relato: la mujer embarazada se ha desembarazado del peso y del encierro, escurriéndose detrás del sillón. Toda una historia de liberación en una sola imagen: ¡esa pintura es mágica!

Buscar lo deseable

La mujer rechaza lo no deseado, pero, en cambio, busca detenidamente lo deseable. Ella sabe que hay otro mundo posible de descubrir. Se puede descubrirlo por medio del autoerotismo (Y qué pensaba que no habría otro universo, (fig. 6). Sin embargo, esa experiencia no es un fin, sino un medio. De hecho, el autoerotismo se interioriza para llevar a la mujer a un profundo conocimiento de sí misma (Me sobran manos para amarme, fig. 7; Orgasmo femenino, fig. 8).

Identidad de la mujer: afuera

La búsqueda de la identidad atraviesa la pintura de Guadalupe (Nada que hacer cuando estoy sin mí, fig. 9; Multifacética en expansión, fig. 10). La identidad de la mujer no corresponde a lo que ella muestra afuera. Así, en La música femenina envuelta con dientes (fig. 11), el mundo interior se esconde detrás de una máscara.