Afortunadamente somos mortales. Porque, de ser inmortales, nada tendríamos por descubrir, por adivinar, por dejarnos sorprender, sino que tendríamos que saberlo todo desde siempre y para siempre. ¡No sería sino aburrimiento! La vida eterna no sería más que una vida muerta. Borgés presenta de esa manera la vida de los inmortales. También W. Wenders en la película Las alas del deseo o El cielo sobre Berlín cuenta cómo un ángel decide volverse hombre para poder adivinar, asombrarse, tener acceso a lo posible, y no deber saberlo todo. Por cierto, gracias a la Muerte, nuestra vida vale la pena ser vivida.

	
       
  • La intertextualidad
  • Por cierto, la intertextualidad desempeña un papel importante en toda interpretación. La intertextualidad es la manera cómo un texto o una imagen recuerda al intérprete otro texto ya leído o imagen ya vista. El funcionamiento de la intertextualidad depende de la experiencia de cada intérprete.

    En mi caso, la foto de Antonio Galindo me hizo pensar en el cuadro de Magritte, es decir, vi la foto a la luz del cuadro de Magritte que conocía bien. Me llamaron la atención los elementos parecidos y la diferencia entre las dos obras. Mi conocimiento del cuadro de Magritte me hizo apreciar la foto de Galindo.

    Luego, recíprocamente, la foto de Galindo me hizo ver el cuadro de Magritte de una manera nueva, esto es, como una evocación de la muerte, la muerte tal como se la concibe en Europa: silencio, tranquilidad, descanso eterno. A partir de ahí, empecé a encontrar la imagen de la muerte en varios cuadros de Magritte...